sábado, 13 de agosto de 2016

DÉCIMO SEXTA Y, DE MOMENTO, ÚLTIMA ENTREGA DEL ANTES Y DESPUÉS DE ALGUNOS RINCONES DE DAIMIEL (Página nº 3817)

Por ahora os dejo la última entrega de fotografías comparativas elaboradas hasta la fecha y en espera de que se vayan colgando más fotos de rincones y calles daimieleñas.

Para esta última entrega podéis ver veinte imágenes, diez más antiguas como siempre recopiladas de "Daimiel en el Recuerdo", mayoritariamente obra de Cencerrado, y otras diez realizadas por mí durante este mes de agosto para plantear este juego comparativo.


CALLE JUAN ROMERO



TRAVESÍA DE DON TIBURCIO




BALCÓN DEL AYUNTAMIENTO




CALLE MÍNIMAS




PLAZA DE ESPAÑA









PLAZA MARIA CRISTINA





PLAZA DE SAN PEDRO





GRUPO JUAN Y MANUEL CHACÓN




PARQUE DEL CARMEN






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viernes, 12 de agosto de 2016

REFRESCANDO LA MEMORIA, NUNCA MEJOR DICHO (Página nº 3816)

Quizá porque es agosto, y aunque no sean los días más calurosos del verano, nada mejor que refrescar la memoria con un ramillete de imágenes de Daimiel nevado y que, de nuevo, fueron publicadas en "Daimiel en el Recuerdo".

No es muy habitual ver nevar en Daimiel y por eso, cuando ocurre, se convierte en todo un acontecimiento y nadie renuncia a inmortalizar el momento, Yo mismo tengo algunas, bastantes, fotos personales y una buena cantidad de recuerdos vinculados a la nieve y que ya he contado alguna vez en este blog, como por ejemplo salir a cogerla en vasos y exprimir naranjas para hacernos unos estupendos granizados caseros, fabricar un grandioso muñeco a cuenta de que nuestros dedos quedaran casi congelados o participar en una de esas guerras de bolas en las que nadie salía indemne, pero la que más me gustaba, cuando la cantidad era importante, consistía en bajar las escaleras de mi calle sobre una tabla a modo de trineo.

Es tal mi gusto por la nieve que vivo con ilusión las previsiones de nevadas para Daimiel, aunque generalmente terminan diluyéndose en amago y no descargan lo esperado. Soy de los que estaría encantado con una buena nevada al año para salir allí y recordar que disfruto tanto como cuando era chaval.

Aquí tenéis este álbum nevado de Daimiel:
















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TAREAS (Página nº 3815)

Nos lo contaba hoy una madre: mi hija está deseando que cambie la ley y quiten tanta tarea. No recuerdo que yo, con diez años, pensase estas cosas porque las tareas eran innegociables e indiscutibles pero, en el fondo, lo entiendo. No solo hay un cierto movimiento social contra las tareas sino, a mi juicio, un uso abusivo de ellas que, de alguna manera, viene a darles la razón. Claro, también hay un abuso de actividades extraescolares que, como son voluntarias, parecen gozar de mayor benevolencia en la crítica.

Yo creo en las tareas pero, por supuesto, de una forma razonable. Mi principio es que la tarea debe tener una justificación pedagógica, es decir, la de reforzar lo aprendido durante la jornada, ser formativa, y la única manera de que resulte eficaz es que sea entendida así por el alumno y acogida satisfactoriamente. Si la tarea no estimula, se presenta compleja y fatigosa, se alarga en el tiempo, la predisposición del alumno se vuelve contraria, la convertimos en una suerte de castigo y entonces terminará siendo bastante inútil, un trámite que se debe realizar.

Sin embargo querer eliminar las tareas, en su totalidad, sería un tremendo error y solo producto de demonizar algo solo porque no se propone bien ni se plantea pensando en sus pros y contras.

Ocurre que tenemos diferentes puntos de vista, que no existe un criterio unificado, y esto desconcierta bastante. Yo he vivido la experiencia de familias que crían que les mandaba muy poca tarea y la de compañeros acusados de mandar mucha, aunque en todos los casos creo que existía una inmejorable intención formativa. ¿Donde está el punto? No sabría decirlo pero no entiendo que mis alumnos consuman dos o tres horas diarias tras las cinco escolares y todo eso lo hayan de compatibilizar con otras actividades porque, al final, el resultado de esas tareas se resienten en forma de errores, desorden, carencias, y el inicial objetivo de refuerzo se vuelve contrario.

¿Y que tipo de tareas? Esa es otra cuestión, porque la principal tarea diaria es la que no se manda, porque se da casi por sobreentendida, y es la que menos se realiza. Me refiero a repasar, cada día, las ideas principales trabajadas, es decir, estudiar, extraer las ideas principales, elaborar un esquema, buscar información adicional. Casi siempre el tiempo de tarea lo consumen los ejercicios mandados y no estos hábitos de estudios que creo imprescindibles porque la experiencia me ha demostrado que los alumnos que cada día vuelven a lo trabajado, leen, repasan, organizan ideas, son de largo los que mejores resultados obtienen, pero está claro que van ligados al estímulo personal, la disciplina y las ganas de aprender y por eso nunca es visto como un castigo ni una imposición por los propios chavales.





jueves, 11 de agosto de 2016

AQUELLA FERIA DAIMIELEÑA DE LOS SESENTA Y SETENTA - SEGUNDA PARTE (Página nº 3814)

Si contaba en una reciente entrada, publicada ayer, mis recuerdos de aquellas ferias cuando era chaval  y referidas, básicamente, a la disposición del ferial en la calle Arenas y el Parque del Carmen, quería ahora aprovechar para esa otra feria que se desplegaba en el centro de Daimiel, sobre todo en la Plaza.

Como decían en algún comentario recuerdo que, junto al Bar España se montaba un gran chozo cubriendo con lonas el inicio de la calle Calvo Sotelo, hoy General Espartero, que durante la mañana y el mediodía gozaba de gran acogida y aceptación, y los chicos rondábamos porque, enfrente, había otro gran despliegue, el de la juguetería de los Casillas, que ocupaban parte de la acera o colgaban de la fachada. Y poco más allá, la de la Imprenta Moreno, menos ostentosa pero con mayor oferta si cabe en el interior de la casa familiar. Y es que, como en Navidad, la Feria era el momento ideal de conseguir alguno de aquellos juguetes deseados.

Pero también guardo memoria de las competiciones que se desarrollaban en la Plaza, quizá la más emblemática, porque estuvo muchísimos años en los programas feriales, fue la Carrera de Cintas. Aunque yo aprendí a montar en la bici de mi padre siendo muy pequeño, teniendo que meter la pierna por el cuadro y buscar el equilibrio, para aquellas carreras en las que teníamos que atrapar cintas utilizaba la de mi hermana, una BH, "la que nunca pilla baches", que decíamos de chica porque no tenía barra. Clavo en mano, más lento que rápido, te acercabas a aquellos carretes intentando atrapar, por la anilla, una cinta por pasada, porque aquí no se ganaba a nadie sino que luego, por cada cinta, te daban dinero y era una buena forma de financiarse las atracciones feriales.


Pero la Plaza también sirvió de escenario a carreras de velocidad, campeonatos de balonmano o baloncesto, que reunían bastante público y sirvieron para dar mucha vida a Daimiel durante las mañanas. Y también el Parterre, donde conseguí mi primer trofeo individual dando cuatro vueltas a su perímetro aunque sucumbiendo al ganador, mi amigo Rimun, Y es que dar vueltas al Parterre era toda una tradición y hasta se disputaban carreras de bicicletas sobre aquel suelo entarugado nada fácil de gestionar sobre dos ruedas.



Y luego estaba el esplendor de los bares, repletos de gente, casi siempre en familia, porque los días de Semana Santa y Fería salía todo el mundo, hasta los que casi nunca asomaban a la calle, y el Bar de Eugenio, La Estrella, el Franco. el Miriam, el Ayala, el Virgen de las Cruces, el Cortijo o el mencionado Bar España, olían a gloria por las raciones saliendo una tras otras de sus cocinas y consiguiendo que el centro del pueblo fuera un hervidero de gente hasta entrada la tarde,


Es cierto, la Feria era un acontecimiento muy deseado por todos, un tiempo diferente. Hoy tiene otro significado, no es que sea mejor o peor, pero hoy la oferta festiva y de ocio es mucho más amplia y la Feria es otra cosa.

(Fotos publicadas en "Daimiel en el Recuerdo")

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RECUERDOS A VISTA DE PÁJARO (Página nº 3813)

Me encantan las fotos aéreas. También aquellas vistas que puedes realizar desde puntos altos, sean naturales o desde edificios, y por eso no suelo dudar en subir cuando tengo oportunidad. Y en los aviones procuro siempre tener la ventanilla al lado porque es mi mayor aliciente para disfrutar del vuelo.

Por eso me entusiasma también esta foto, que debe ser de finales de los años cincuenta o muy principios de los sesenta porque yo ya conocí el ITEM "Ruiz de la Hermosa", hoy IES "Ojos del Guadiana", con la ampliación posterior y existiendo ya la zona deportiva al otro lado de la calle San Juan, y no como aparece en esta foto donde ese lugar lo ocupa una de las numerosas huertas que rodeaban el casco urbano y que eran irrigadas por Los Pozos mediante su sistema de acequias y sus turnos de riego.

En la imagen puede verse también parte del Parque del Carmen, un espacio de tierra y arbolado con un diseño muy básico pero que aspiraba a convertirse en pulmón daimieleño. Apenas dos hileras de bancos de piedra, sin respaldo, y algunos más en la zona frontal, justo delante del aulario principal del edificio diseñado por Miguel Fisac. Ese parque que, como ya conté, fue la principal zona para que proliferase la cantera futbolística daimieleña, en competencia con las eras y el campo del Cristo.

Parte de la configuración del Instituto ya ha desaparecido fruto de la primera ampliación. También la propuesta de jardines, con aquel pequeño estanque con patos, y las viviendas que ocuparon los conserjes.

Y al lado las que fueron aulas de Auxilio Social, hoy remodeladas como espacio para el asociacionismo y para dependencias municipales de almacenamiento. Y, enfrente, las obras que sirvieron como vivienda para el guarda del Parque y que hoy forman parte del Albergue Municipal.

Toda esa zona, parque, instituto, plaza de toros, huertos, forman parte de mi infancia, lugares donde pasé, junto a mi barrio y mi escuela Motilla, muchos de mis primeros años y que están llenos de recuerdos y anécdotas. Y poderlo ver así, ha vista de pájaro, es una oportunidad sensacional de volver la mirada y contemplar lo que entonces no pudimos ver así.

(La foto es del grupo de facebook "Daimiel en el Recuerdo", colgada por David Córdoba)


Añadido: Se marca 1953 como fecha de la foto
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¿ALGUIEN CONOCE ESTA HERMANDAD "DAIMIELEÑA"? (Página nº 3812)

La captura es de "La Comarca de Puertollano":




Claro que sí, se trata de un gazapo periodístico porque la Hermandad de Misericordia y Palma es de Valdepeñas y de Daimiel es la estupenda Banda del Cristo de la Columna, aunque al redactor se le ha ido el titular de las manos.

Ya saben que me gusta recopilar gazapos relacionados con Daimiel y hoy me he encontrado con éste.


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miércoles, 10 de agosto de 2016

AQUELLA FERIA DAIMIELEÑA DE LOS SESENTA Y SETENTA (Página nº 3811)

Durante muchos años la Feria, como "recinto", comenzaba con este puesto de "Los Tres Reyes" en la esquina de la calle Arenas con calle Prim  Llegando allí ya sabías que estabas cerca y aunque, como chicos, poco nos interesaba lo que en él se vendía, eran muchas las familias que se detenían al ir, para tomar nota mental de lo que podía interesar, y era parada casi obligatoria para examinar de nuevo y, muchas veces, comprar lo que se necesitaba y lo que no, porque entonces era el momento de feriarse, y si a los chicos nos podía caer alguna cosa, aunque el grueso iba en montarse en las atracciones, para las amas de casa, que entonces eran la mayoría, aquel tenderete escondía muchas de esas cosas anheladas y que en estas fiestas se hacía un mayor esfuerzo por adquirir.

Después, es verdad, tuvo otras ubicaciones, a veces en la esquina próxima u otras en la misma calle Arenas pero más hacia la Plaza. y aunque ya no recuerdo cuando dejaron de venir, que no hace tampoco tanto, en la Feria de Daimiel eran toda una tradición.

(Foto de Cencerrado publicada en "Daimiel en el Recuerdo")


A partir de ahí ya podías encontrar los puestos de todo tipo, ya fuera turrón, las garrapiñadas, etc... aglutinando todos esos olores tan familiares y peculiares que ya mirabas con envidia aunque supieras que era demasiado pronto para ir pidiendo a tus padres. Y en la esquina de la Cruz Roja el puesto de berenjenas de Almagro, también envolviéndonos en su olor penetrante y característico, que te entregaban con bidente metálico para que las comieras en perfecta curvatura, no fueras a manchar el hato bueno.

Después llegabas al Parque del Carmen, abducido por ese ruido trepidante, por ese mar de luz y un espacio aprovechado al máximo en perfectos pasillos. El primero, claro, bajo los pinos, era el de los chozos, con aquellas sillas de madera bajo los toldos construídos con las lonas de vendimia y el suelo tamizado por la arena y la pinaza. Allí, mientras los mayores comían y bebían los chavales nos aprovisionábamos de chapas de diferentes marcas para luego nuestros juegos.

Al lado  la tómbola, los caballitos, la noria, el tren de la bruja, la ola, donde se arracimaban grandes y pequeños, unos queriendo subir y otros quedándose con las ganas.

En el pasillo central los puestos de juguetes y de libros. Ahí sí, en los primeros fijábamos nuestra atención como nuestras madres en el de "Los Tres Reyes". Yo, sobre todo buscaba nuevos modelos de coches miniatura, de aquellos de "Guisval", para mi colección.

Después estaba la hilera de casetas de tiro, los futbolines, alguna vez una casa de los espejos deformantes.

Y junto a la Plaza de Toros recuerdo las sillas locas, los aviones y aquellas dos churrerías que eran otra parada obligada.

                   (Foto de Cencerrado publicada en "Daimiel en el Recuerdo")


Ante la fachada del instituto viejo los coches de choque, objeto del deseo de los más pequeños que montaban junto a padres o hermanos pequeños hasta que se atrevían a montar, solos ante el peligro, en aquella atracción estrella.

No era fácil irse de allí, pero había otro día por delante y luego otros más hasta que todo desaparecía de golpe una mañana tras una noche frenética de recogida que siempre nos pillaba durmiendo pero que acrecentaba un cierto sentido mágico de aquellos feriantes que ya no veríamos hasta otro año.

Así recuerdo yo la feria en los finales de los sesenta y principios de los setenta en Daimiel. Cada año era casi todo igual pero no nos importaba.

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NI TANTO NI TAN POCO O UNA PEQUEÑA COMPARATIVA FOTOGRÁFICA DEL AZUER (Página nº 3810)

Hoy traigo otra serie de fotos comparativas pero sin tanto tiempo entre unas y otras. Solo que, paseando por el río, recordé que tenía fotos archivadas, propias unas y tomadas de internet otras, en las que se veía el Azuer desbordado atravesando Daimiel y ahora lo tenía ante mis ojos sin una gota de agua, y como, la verdad, uno no desea ni lo primero ni lo segundo porque me conformaría con ese Azuer de siempre que corría de otoño a primavera y en verano solía quedar el cauce seco, me apetecía confrontar esas imágenes en una galería pequeña pero suficiente para reflejar esas dos realidades.

Nada como el agua y, aunque temiendo sus excesos, casi lo prefiero a su escasez. La prueba es que hace unas semanas, en el último charco junto al puente azul, era fácil ver alguna garcilla. porque donde hay agua hay vida.




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