jueves, 17 de marzo de 2016

PEDERASTIA (Página nº 3538)

Ayer me acerqué a Ciudad Real para ver la película "Spotligth", que ha obtenido el Oscar de este año al mejor largometraje y que toca la investigación de un grupo de periodistas sobre los casos de pederastia en el seno de la archidiócesis de Boston pero, sobre todo, la tolerancia y protección que se daba a decenas de sacerdotes desde décadas antes y el silencio cómplice de una comunidad profundamente religiosa donde la Iglesia tenía enorme influencia. Quizá fue uno de los primeros casos con repercusión mediática y el aldabonazo para que salieran a la luz otros más. Y quizá su repercusión fuera mayor por lo que representaba en sí, que un número significativo de sacerdotes cometieran este tipo de abusos cuando, en teoría, abanderaban valores bien distintos.

Pero no nos engañemos, ni la Iglesia protagoniza más casos ni nos encontramos ante un delito residual. Desgraciadamente ocurre en muchos ámbitos, en todos aquellos donde se posibilita el contacto de adultos y niños en los que estos puedan estar en riesgo de vulnerabilidad. Guarderías, colegios, hospitales, clubs deportivos, asociacionismo, actividades lúdicas, etc... ya han protagonizado casos de pederastia tanto en España como en otros muchos lugares del mundo. Pero también de modo individual canguros, familiares, nuevas parejas de las madres, vecinos, etc... han aparecido en los medios y han sido procesados y condenados por tan repugnante delito.

Afortunadamente cada vez menos les ampara el silencio, la condescendencia, el peso de la vergüenza de las víctimas, la falsa sensación de estas de creer que han tenido parte de culpa en ser abusados, pero queda un largo trecho. Y queda porque todavía existe esa intención de proteger, amparar, a estos delincuentes sexuales quizá por un deseo de autoproteger las instituciones que por acción u omisión han favorecido que sucediesen.

Tampoco hay que extrañarse, si los países más avanzados socialmente no terminan por ser del todo beligerantes y hasta sopesan el miedo a la repercusión para minimizar el impacto, ¿qué podemos esperar de países que hacen la vista gorda o al menos no combaten con eficacia estas situaciones porque el turismo sexual enfocado a menores es generador de muchas divisas y las personas carecen de la protección adecuada cuando son el vehículo de ingresos importantes para la economía de esos países, tales como Tahilandia, Filipinas, Camboya, Kenia o la República Dominicana?

Y aún menos que en algunos países como India o algunos otros de religión musulmana sea casi legal permitiendo la compraventa de matrimonios por conveniencia o interés económico entre adultos y niñas de cortísima edad y que no deja de ser, desde mi punto de vista, otra forma de pederastia encubierta donde se comercializa con las propias menores?

Lo curioso es que pretendemos meter a todos los pederastas bajo el mismo concepto de enfermos, que es una manera cruel de intentar convertirlos en víctimas de sí mismos, pero estoy seguro de que muchos no son enfermos, son depredadores sexuales que buscan y encuentran la oportunidad y cuyas opciones ha ampliado internet, y ante eso solo cabe la intransigencia, la investigación, el endurecimiento de las leyes, y sobre todo sobra la condescendencia, el silencio, el ocultamiento, porque quien lo hace es un agresor más en el sentido de que su complicidad favorece que sigan sucediendo estas situaciones, que se sumen nuevas víctimas, que el daño sea más doloroso y que los abusados se sientan más desvalidos y desamparados, que es lo que nunca ha de sentir una víctima de esta gente vil y repugnante.




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3 comentarios:

  1. toros, setenta y pico comentarios
    venta de borondo, 3 comentarios
    celiacos, tres comentarios
    pederastia, cero comentarios

    ¡jodeeeerrrrrrr!

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  2. Pase lo que pase. Dale al pueblo toros y fútbol y todos los problemas solucionados... Que pena, tenemos lo que nos merecemos

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