miércoles, 10 de febrero de 2016

JUGANDO A...¿QUÉ? (Página nº 3479)

Dice Rita Barberá, en La Razón, que desconoce por qué "se encuentra como protagonista de la actualidad sin ser investigada, ni imputada, ni procesada y sin tener que ver nada con todo lo relativo a Imelsa ni a los movimientos en torno al grupo municipal de Valencia".

Tiene parte de razón: no está investigada, ni imputada ni procesada. 

Pero la razón es que de todos a ella le separa un privilegio, el aforamiento, lo que hace que el juzgado de turno, como ha pasado en decenas de causas, prosigue con el procedimiento y solo cuando entienda que haya motivos planteará la cuestión porque los aforados, para un juez así, son de momento intocables y su caso pasaría al Tribunal Supremo.

Yo no sé si ella sabía o no sabía, si formaba parte de alguna de esas tramas que en los medios la señalan, pero lo que sí sé es que es perfecta conocedora de lo que significa estar aforada y esto de hacerse de nuevas y pasar por ingenua o tontita no cuela.

¿Si perdiera su aforamiento sería investigada, imputada o procesada? Pues no lo sabemos, ni ella pretende saberlo tampoco porque ahí está, protegida, amparada, blindada, como senadora ad hoc, sin necesitar ir en las listas electorales ni ser votada por los ciudadanos. Y por si había dudas con el respaldo del PP para formar parte, como suplente, de la Diputación Permanente del Senado, de manera que, si se repiten elecciones, aún goce de ese aforamiento protector hasta que se formen el nuevo parlamento.

Ahora borren el nombre de Rita Barberá, del Partido Popular, y hablemos de qué pensaríamos de que alguien pueda estar aforado como Diputado o Senador y eso le salvaguardase de lo que hubiera podido hacer como alcalde, como cualquier otro cargo no aforado o como ciudadano particular. Absolutamente absurdo, fuera de razón.

¿Y qué pensaríamos de la decisión de cualquier partido que sirviera para aferrar a ese privilegio a quien hasta en sus propias filas cuestionan públicamente y llegan a decir que ya no forma parte del futuro político de su formación? Ya digo, no piensen en Rita Barberá y en las palabras de Alfonso Alonso, personaje relevante, sobre ella. Pongan otros nombres, otras siglas, objetivemos. ¿Veríamos la decisión  como una forma de atacar la corrupción o como un último favor que perpetúa dicha corrupción?

Pero seguimos jugando, no sé exactamente a qué. Vendiendo una cosa y haciendo otra. Como para creer en los políticos. Para mí la fe en ellos ya no es una opción posible.


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