lunes, 18 de enero de 2016

OLVIDAMOS PRONTO (Página nº 3441)


La escuela la hacen las personas, sus ganas de aprender, el valor de asistir sabiendo que les hará mejores. Los recursos son necesarios, pero a veces no existen o escasean. Y sin embargo cada día se tratan de abrir escuelas en aquellos lugares donde nunca existieron o hace tiempo se cerraron.

La foto es de Linda Vega, o al menos es quien la ha colgado en facebook, pero conozco algo más gracias a mis primos María del Mar y Fernando que el último año y medio están de cooperadores en El Salvador y Nicaragua trabajando para la Fundación Escuelas para el Mundo y abriendo, precisamente, escuelas en las zonas más recónditas para posibilitar un futuro mejor, a partir de una formación básica, a todos esos niños que, hasta el momento, no tienen ninguna oportunidad. Y sé, por ellos, de la dificultad que entraña, los obstáculos de todo tipo que hay que vencer y, sin embargo, la satisfacción de lograr ese objetivo, darle continuidad y conseguir que a partir de ese momento sea un valor importante de la comunidad.

A veces no sabemos apreciar lo que tenemos por aquí, no le concedemos el auténtico valor a una educación universal y gratuita (otra cosa son los costes adicionales), de una formación integral que sobre todo requiere de ganas, ilusión, esfuerzo y colaboración. Y sí, además hay recursos, ayudas, buena conservación de los edificios. Pero preferimos no ver, no comparar, no entender el privilegio y despreciarlo.

La educación es un derecho universal que cuesta ganarlo en muchos lugares mientras en otros, desgraciadamente, ha devenido en otra cosa, hemos desvalorizado la educación como logro y olvidado que nuestros abuelos, incluso nuestros padres si hablamos de los de mi quinta, salían con 8,9 o 10 años de la escuela a trabajar, y eso si habían tenido la fortuna de poder ir alguna vez. No ha pasado tanto, pero olvidamos pronto.


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