domingo, 4 de enero de 2015

UN DÍA DE EMOCIONES (Página nº 2898)

Reconozco que no soy muy dado a las emociones o, en rigor, dado a expresarlas. Soy bastante contenido, aparentemente frío, que no deja de ser una manera de protegerse del posible sufrimiento, pero en el fondo las emociones también ordenan mi vida, como la de casi todo el mundo, y la expresividad es solo un recurso que en mi caso escasea.

Sin embargo hoy ha sido un día para las emociones, una jornada en la que la emotividad ha estado en cada momento porque, cada uno a su manera, ha puesto mucho de sí mismos para que fuera un día perfecto y creo que el resultado ha sido como habíamos deseado.

A cada grupo de personas afines, a cada panda de amigos, les unen personas, circunstancias, actividades, que no sabrían del todo descifrar cómo aunque, a grosso modo, tienen perfecta idea de que ese algo los compacta, los vincula, los fideliza. Y hoy era una forma de celebración de esa amistad, de los "culpables" de ella y de festejar la vida que nos ha llevado a compartirla.

No recuerdo los años que hace que no lloro, casi a mi pesar, pero hoy hubiera encontrado varios momentos ideales para dejarme llevar, para que la emoción bajo piel pudiera dar lugar a lágrimas derramadas sobre las mejillas. Hoy he tenido un día dulce, feliz, recordable. Con lágrimas no hubiera sido mejor pero, la verdad, no me hubieran venido de más.

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