jueves, 10 de julio de 2014

ANTE TODO DAIMIEL (Página nº 2610)

Los políticos locales debieran de tener clara una cuestión: por encima de sus ideas preconcebidas, el apego a los colores, la lealtad a las decisiones tomadas por administraciones en las que gobiernan sus compañeros de filas o las ambiciones personales que legítimamente puedan tener, se deben sobre todo a los ciudadanos de su ciudad, esos que han determinado con su voto que estén ahí y que estén para que antepongan a todo lo demás la defensa de los intereses de dichos ciudadanos como comunidad. Y esto resulta tan evidente que cualquier desvío de esta tarea será fiscalizada por muchos ciudadanos que valorarán el trabajo de sus electos teniendo en cuenta este principio.

La quiebra de esta lealtad, de producirse, contará y mucho para parte de los electores a la hora de considerar la conveniencia de respaldar o retirar su apoyo a esos representantes políticos, porque acabará por sentirse como una traición si detectan que otros intereses se inmiscuyen en las gestiones que se realizan.

Y no nos engañemos, los intereses locales no siempre casan con los que mueven a los compañeros de partido en ámbitos provinciales, regionales o nacionales, y los daimieleños, en general, esperan que, dado el caso, sus representantes locales se posicionen claramente con los intereses que beneficien a su ciudad y a sus gentes y que además de la palabrería al uso se vea actitud, empeño y pelea en esa defensa, que sean capaces de plantarse, afrontar un pulso y dejar meridianamente claro que les mueve mucho más el afán de defender la posición local que la de dejarse hacer sin demasiada resistencia.

No sé por qué pero en la mayoría de conflicto de intereses entre lo local y otros ámbitos la sensación que se percibe es la de defensa laxa, un dejarse convencer a las primeras de cambio, un derrotarse al menor obstáculo si no abrazar de inmediato los argumentos de esos oponentes como si cualquier resistencia se diera por inútil y uno tuviera preparada ya en la mano la toalla presta a lanzarla al ring antes de comenzar siquiera el enfrentamiento. No es que la pelea, la lucha, el empeño, garanticen el logro del objetivo, por supuesto que no, pero desde luego si uno ya va entregado desde el principio anula cualquier posibilidad de conseguir algo que puede ser justo, o necesario, o merecido, y los ciudadanos pueden albergar la sensación de estar vendidos a la inoperancia o al derrotismo, justo lo más opuesto al liderazgo que han de encarnar los alcaldes y sus equipos para dichos ciudadanos de esa ciudad.

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1 comentario:

  1. Si un alcalde o concejal del pueblo o partido que fuera, se tuviera que enfrentar a su partido en un tema por defender los intereses de sus vecinos, se ganaría la confianza de los mismos y se haría respetar en las filas de los suyos.

    Es así de sencillo

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