jueves, 12 de diciembre de 2013

LA PELI CATALANA Y LOS MALVADOS IMPUESTOS (Página nº 2262)

El Gobierno de Cataluña, a fuerza de promocionar el victimismo como fuente de ingresos, de reeducar desde la propaganda y la manipulación, ha terminado por convencer a muchos de que son un "país" perseguido, tiranizado, sometido y sojuzgado por el malvado centralismo, hasta el punto de construirse una historia de pega con buenos buenísimos, ellos, y malos malísimos, el resto. Y el mecanismo ha sido muy fácil, un regionalismo sobredimensionado, cuatro señas de identidad etnológicas, un sentido acrítico y echarle la culpa a los demás de todos sus problemas. Y de paso tapan las miserias propias de mala gestión. Saben que con estos mimbres es fácil calar sus ideas, más cuando la crisis ha hecho que dejen de mirarse el ombligo y compararse con el resto.

Pero yo soy castellano-manchego, diplomado universitario en la especialidad de Ciencias Humanas, y tengo claro que nuestra región tiene muchísimos más motivos para quejarse que Cataluña porque ha sido tradicionalmente, hasta las últimas décadas de autogobierno, una región olvidada, ignorada, despreciada, donde no llegaban inversiones ni autopistas ni infraestructuras a más provincia que Madrid en aquella Castilla-La Nueva que sí que era parasitada por la capital del país, y sin embargo nadie ha ido alimentando el victimismo para coger cacho ni inventándose una historia de buenos y malos ni manipulando al personal contra el resto del país, ni incluso para tapar las mismas miserias políticas de una pésima gestión de sus gobernantes en las últimas décadas. Y de pobres, hasta éramos una de las canteras de mano de obra barata para los que ahora se dicen robados por el resto.

No tengo especial fijación por la unidad de España pero me parece que el tema de Cataluña ha estado siempre forzado por los propios políticos más que partir de un sentimiento general, que por encima de ensalzar lo identitario estaba una estrategia  política empleando todo tipo de estrategias más que discutibles.
Cataluña no nos hace mejores ni peores como nosotros no les hacemos mejores ni peores, simplemente es que los políticos se mueven por unos intereses que ni siquiera se atreven a exponer abiertamente para que no se les estropee la película que se han montado y prefieren tirar de las tripas, los tópicos, las manipulaciones y las mentiras en las que al resto del país, ¡qué mala suerte!, nos ha tocado jugar el papel de malvados.

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