viernes, 19 de abril de 2013

BARES, ¡QUÉ LUGARES! (Página nº 1818)

No me sorprende que, de pronto, una entrada sobre perros derive hacia el tema de los bares, el tabaco, las terrazas y las zonas de juego. Todo tiene su punto de arranque en lo de siempre, vivimos en un país hiperlegislador, pero a cambio, ya vemos, un país que se pasa las leyes por ya se sabe que partes. Un país que aplaude que las leyes están para incumplirse, y como ni los ciudadanos (muchos sí) ni las autoridades está por la labor de cumplir y hacer cumplirlas pues no es de extrañar que pase lo que pasa.

La ley es clara, no se puede fumar en el interior de ningún bar, restaurante, disco-bar o cualquier otro establecimiento de hostelería. La realidad es que en algunos, bastantes, se fuma. y se hace porque sus dueños lo quieren y porque nadie de los que debe impedirlo lo hace. Hace un par de semanas fuimos una docena de personas a un disco-bar daimieleño nombrado en algún comentario reciente y yo ni llegué a entrar porque, de inmediato, todos los que habían entrado salían diciendo que aquello era una zorrera inaguantable,. Pero, curiosamente, suele ocurrir que cuando hablas de cosas de este tipo sale gente diciendo que te conviertas tú en el policía, que si no quieres humo que no vayas, que parece que estás contra los empresarios y toda ese conjunto de lugares comunes para defender lo indefendible y que no es otra cosa que el incumplimiento de la ley.

Y no digo que todos los aspectos de las leyes sean indiscutibles pero aún es más indiscutible que las leyes deben cumplirse o, en caso contrario, cambiarse.

Pero es que no acaba ahí el tema. Reconozco que me parece un exceso limitar el consumo de tabaco al aire libre a una distancia mínima de, creo, 50 metros de zonas infantiles pero, si esa es la ley mientras no cambie, llama la atención que se autoricen terrazas junto a zonas de juegos en espacios públicos instalados por el propio ayuntamiento, a mucho menos de esa distancia, donde no pudiéndose fumar es notorio que se hace. Y de nuevo habrá quien pretenda que los que no fumamos nos convirtamos en una especie de policías de salud mientras quienes tienen esa tarea de vigilancia y sanción se inhiben de sus obligaciones.

Esto del tabaco y las terrazas en los bares, de lo que ya hablé en su momento y no tenía intención de tocar, suele generar mucha polémica, la que surge cuando los derechos de unos se colocan sobre la de los otros sin el respaldo de la ley, que no tiene que sacralizarse, porque las leyes cambian, pero que mientras están vigentes todos deberíamos tener la obligación legal y moral de cumplirlas, y eso en España no siempre nos suena.

Por cierto, el título no tiene mucho que ver pero no me resistía a utilizar la referencia a la canción de Gabinete Caligari.


4 comentarios:

  1. Siempre que se habla sobre el derecho a fumar, la porción de la población adicta a la nicotina tiende a auto-atribuirse ser la mayoría de la sociedad (estadísticamente improbable), para luego pasar a adjudicarse la mayoría de los ingresos de la hostelería (discutible), y terminar polemizando sobre los derechos fundamentales y la libertad.
    Para mí, y supongo que para quien diseñara la ley (con las propuestas de muchos facultativos médicos), el derecho más absoluto de la persona es la salud, por encima de cualquier libertad individual. La libertad que tiene alguien de poder adornar una pared con filos cortantes de cristal no le autoriza a abrir al público un local que, así decorado, resultaría potencialmente peligroso; lo mismo sucede con el humo del tabaco, reconocido agente carcinógeno y obstructivo pulmonar. No sólo permitir fumar es ilegal; es que los locales donde se incumple la ley ni siquiera cuentan con una extracción que permita renovar suficientemente el aire, y que al combinarse humo, humedad, aire viciado y calor en el interior de muchos bares provoca efectos multiplicativos; un ambiente insalubre difícilmente respirable y que expone a quienes trabajan allí -y que a diferencia de la clientela, no pueden salir o cambiar de local- a unos peligros que dudo comprendan totalmente, merced a su juventud.
    Tras estas polémicas, sólo queda claro que la parte de la sociedad adicta al tabaco suele caracterizarse por ser, en su mayoría, airada, poco concienciada y nada respetuosa con sus semejantes. (A las probables respuestas despectivas que sigan me remito)

    ResponderEliminar
  2. Y yo pregunto,se puede sacar dos mesas altas en el bar de detrás de Santa María que ocupe hasta media calle y quite dos plazas de aparcamiento?Recuerdo que los coches pagan su impuesto para poder aparcar.

    ResponderEliminar
  3. En una afirmación hay error,

    "los coches no pagan su impuesto para poder aparcar"

    el impuesto que pagan es el impuesto de circulación, de momento en Daimiel no hay impuesto de aparcamiento

    ResponderEliminar