viernes, 1 de junio de 2012

LOS TOCAPELOTAS NECESARIOS (Páginas nº 1056)

Admitamos que son unos tocapelotas, que se empeñan en dar importancia a lo que una mayoría desdeña, que se muestran tiquismiquis con situaciones, momentos y acciones que pasan desapercibidas para el resto, que constantemente reivindican valores en los que se cuestiona un sistema construido por y para el hombre y que tiende a sacrificar todo lo demás en pro de esa hegemonía humana. Admitámoslo, al fin y al cabo ellos mismos son conscientes de ese sentir. Pero de la misma forma reconozcamos que son imprescindibles, que necesitamos de su acción correctora, de su condición de contrapoder, de su empeño y resistencia a dejarse ir y asumir la devastadora acción del resto.






Sí, hablo de los ecologistas, de su activismo irrenunciable, de su afán fiscalizador que, a nuestro pesar, sólo a veces consigue detener la barbarie avasalladora de gentes que nada más buscan el rendimiento económico, la ganancia inmediata y que tratan de poner en pie proyectos absolutamente destructivos o que, a menor nivel, ejecutan acciones carentes de sentido.


Y no es que estén contra el progreso, esto es una vaina de los necios para desacreditarlos, es que no quieren un progreso a cualquier precio porque, en realidad, en esas condiciones no hay progresión ninguna sino infradesarrollo y destrucción a costa de la naturaleza y sus habitantes y también de las propias condiciones de vida de las personas.


En nombre del progreso se han hecho ya demasiadas barbaridades, abusos, estragos, que siguen volviéndose contra nosotros y vale tener siempre a un grupo de arrojados atizando conciencias, reivindicando la naturaleza y reclamando un poco de sentido común. Lo hacen por nosotros aunque seamos demasiado estúpidos para darnos cuenta.


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