lunes, 12 de marzo de 2012

EL OCHO DE MARZO FUE EL DÍA DE LA MUJER (Página nº 823)

Suelo escribir, cuando llega este día, sobre el tema y por eso hay quien me ha hecho notar que este año no había dedicado nada a ese asunto. Pero lo cierto es que esto tiene una historia más larga que el hecho puntual de no escribir y voy a pasar a contarlo.

El pasado jueves, camino del trabajo, tomé otra ruta distinta a la habitual y al llegar a la floristería llamé a Paco por el cristal y encargué dieciocho flores para mis dieciocho compañeras de trabajo aquel día. Era una forma personal de agradecerles su trabajo y su amistad, un pequeño detalle que tenía, eso sí, la condición del anonimato. Quería, así, que lo importante fuera el gesto y no la persona que lo realizaba, y salvo la complicidad de Paco y de Manolo, el conserje del colegio, discreto como pocos, nadie sabría quién estaba detrás del regalo.

Lo que sucedió después no era lo previsto. El revuelo y la curiosidad se adueñaron de la situación y las especulaciones, amén de los interrogatorios múltiples a todos los compañeros varones, me asombraron. Agradecían el detalle pero sentían un notorio deseo de conocer la procedencia y entonces me salió la parte juguetona dejando que la bola creciera y que aún al día siguiente porfiaran por conocer al autor.

Llegado el punto y como el viernes fue un día atípico porque el colegio organizaba una carrera solidaria en el Estadio que nos llevó buena parte de la jornada decidí seguir callado aunque ya con la intención de desvelar la identidad a vuelta del lunes. Incluso ya ese viernes una compañera supo identificarme como el regalador de flores aunque tuvo el detalle de no compartir el secreto con nuestras compañeras.

Lo cierto es que no esperaba, ni mucho menos, que el gesto entre compañeros levantara esa expectación pues sólo pretendía, como dije, agradecer de forma personal y anónima su buen trabajo y su compañerismo en un día relevante. Son personas con las que comparto bastante tiempo cada año y a quienes aprecio mucho y tampoco pretendía señalarme en la ocasión, pero como no parecía que la curiosidad amainase pues decidí dar el paso de confesárselo, ¡era yo el de las flores!

Por eso cuando haya publicado esta entrada ya todas mis compañeras han conocido quien había sido el autor, pues ya se lo he dicho de manera personal esta mañana a través de un sonetillo que aquí dejo:


Os quise obsequiar la flor

como homenaje sorpresa

y sin otra nota impresa

que mi deseo mejor


y no decir el autor

de tan anónima empresa,

pues era intención confesa

callar el benefactor,


pero formado el revuelo

por tanta curiosidad

descorreré hoy el velo


que ocultó la quisicosa,

¿queréis saber la verdad?

¡yo os regalé vuestra rosa!


. Javier


5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡Qué bonito!... ¡Qué bonito...!
      Estoy... anonadado.

      Jesús y la limosna

      1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

      2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mate 6 :1,2,3,4)

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  2. ¿Y? Para un ateo, eso son solo palabruchas.

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  3. La limosna que se ha hecho en grupo no puede esconderse porque además sirve de ejemplo a otros

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    1. Falso, si el donante permanece en el anonimato. En todo caso servirá para que otros imiten el gesto de generosidad, pero nunca el de divulgar al "dador".

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