lunes, 19 de diciembre de 2011

PIES DE BARRO (Página nº 566)



El verdadero problema de la crisis es la situación de las personas y no otra cosa. Dicho esto lo que ha quedado meridianamente claro es que se había construido un gigante con los pies de barro, una estructura de gasto sólo viable en la mejor de las bonanzas pero asumiendo que esta sería casi eterna. Por eso, en la creencia de que siempre habría cuantiosos ingresos por impuestos, tasas, licencias, ayudas, etc... y que la abundancia era endémica, se dispararon los gastos, se concibieron infraestructuras grandiosas pero prescindibles, se multiplicó la burocracia y sobredimensionó la administración convirtiéndose los gobiernos locales, provinciales, regionales y estatal en máquinas de contratación y en empleadores compulsivos, dieron en asumir servicios que no les correspondían y que dependían en buena parte de pagos que siempre llegaban tarde pero llegaban. Muchas de las decisiones tenían el sello electoral y por eso se hacía más hincapié en multiplicar servicios, instalaciones, infraestructuras, que en gestionarlas adecuadamente. Y por eso, muchos de esos servicios eran no ya deficitarios sino muy gravosos para las cuentas públicas aunque parecía importar poco puesto que de lo que se trataba era de hacer creer a los ciudadanos que vivían en el mejor de los sitios posibles.

No cabe duda que la mayoría se lo creyeron porque ya no se valoraba tanto la calidad como la cantidad, la apariencia, y hasta se demandaba por la ciudadanía más y más, como si todo ello no tuviera coste y fuera asumible. Nos convencieron para vivir como ricos aunque muchos, la mayoría, no lo fuéramos, pero la euforia desmontaba a los escépticos y a los aguafiestas.

El dinero dejó de entrar, y ni tan siquiera entonces, quienes tenían la evidencia de que los buenos tiempos tocaban a retirada, quisieron asumirlo y prefirieron disimular, seguir como si nada pasase, apostar por mantener todo tal cual, perpetuar el mismo nivel de gastos. Lo hicieron, creo yo, con afán proteccionista al principio y electoralista después, pero el resultado era el mismo, un endeudamiento disparado para mantenernos en la inopia esperando un viraje económico que no iba a llegar.

Al gigante se le descubrieron sus pies de barro, pero ya cuando era muy tarde y no cabía volver atras. Y ahora que toca despertar del sueño tratan de amilanarnos con sus recortes casi indiscriminados pero con escasísima autocrítica, porque en ese gigante de pies de barro ellos parecen intocables y el sacrificio lo conciben para los demás pero raramente les afecta. Es su gigante pero nos toca a los demás pagar su fiesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario