martes, 20 de diciembre de 2011

LLORAR POR UN TIRANO (Página nº 568)

La naturaleza humana es acomodaticia y por eso no nos ha de extrañar que haya lágrimas, incluso parte de ellas sinceras, por la muerte de uno de los tiranos más despreciables que ha dado la Humanidad. Nos puede abochornar, irritat, zaherir, ver como hay personas capaces de sentir dolor por la muerte de ese criminal, miembro a su vez de una saga o dinastía de tiranos que instrumentalizan todo a su alrededor con el único principio de su bien personal, que sólo buscan adhesión reprimiendo, aniquilando, sometiendo bajo el terror que da un poder absoluto que desprecia la vida de cuantos no se sometan a su capricho.

En ese lugar la vida no vale nada pero el miedo lo es todo y la supervivencia crea adeptos a muerte como única manera de escapar. Por eso estas alimañas criminales viven y mueran en loor de multitud y aunque la víscera nos induce al desprecio de toda esa gente que se revuelca con aparente dolor lo hacemos desde esa distancia que nos pone a salvo y que nos hace olvidar que en todos los paises donde hubo o pervive una dictadura hay gentes que siempre consagraron todas las acciones represivas y criminales de esos regímenes sin pestañear y, en muchos casos, como el español, quienes lloraron y lamentaron la pérdida fueron muchos de los nuestros.

Las lágrimas por un tirano duelen porque el cuerpo nos pide celebrar su desaparición y, aún más, el del régimen que ampara sus tiranías, pero hasta las lágrimas sirven para ser instrumentalizadas por quienes desprecian la vida y a quienes lloran.





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