jueves, 20 de octubre de 2011

SINDICALISMO DE BELLOTA (Página nº 364)

El sindicalismo fue, desde siempre, un contrapunto a los políticos y su gestión, a los empresarios y sus usos. La fuerza de los sindicatos se basaba en no doblegarse y negociar con firmeza para ir logrando objetivos que poco antes parecían inalcanzables, conquistas que de otro modo hubieran sido imposibles. Y lo hacían desde una convicción con el único norte de los trabajadores oponiendo sindicalismo a política.

Hoy no es así, los sindicatos hacen política amancebados con los partidos afines, sirven a los intereses de estos antes que a los legítimos de los trabajadores que dicen representar, y hozan felices en el entreguismo y la subvención. Se han vuelto funcionarios acomodados y sólo celosos de que no les muevan la silla. Reaccionan no en relación a las medidas tomadas sino de quienes la toman, entregan su arcano idealismo al pragmatismo del interés político que los abreva con generosidad.

Los sindicatos, y como no los sindicalistas, y me da igual los que se presentan como de izquierdas o aquellos que cabecean a la derecha, son hoy una caricatura lamentable a los que les queda, básicamente, la ventaja de ser los únicos interlocutores que los políticos aceptan y de esa manera pueden seguir atribuyéndose los pocos logros obtenidos.

Y este, y siento que sea así, apenas representa a nadie que a sí mismos, un sindicalismo bellotero, gregario, acomodaticio, que sólo acarrea bochorno en su acción. Y en Educación, en Castilla-La Mancha, lo que más conozco, esto que digo resulta paradigmático del sindicalismo mamporrero de antes, con CCOO y UGT al frente, y el de ahora, con ANPE y CSIF a la cabeza.

Es muy triste que el sindicalismo, una fuerza imprescindible para entender el progreso, haya devenido en esto, en esa zorrera de intereses y pérdida de identidad sindical. Hasta los partidos y el empresariado están contentísimos con este escenario de incompetencia.

(Tengo familiares y amigos en los sindicatos, incluso varios liberados parcial o totalmente. Me consta que muchos de tratan de dar dignidad a su trabajo pero la dirigencia va por otro lado y marca el camino y eso es justolo que critico, a la dirigencia sindical, que indigna a muchos colectivos y hasta a los propios militantes enmuchos aspectos)

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