martes, 25 de octubre de 2011

EL DIFÍCIL CAMINO DE LA INDEPENDENCIA (Página nº 378)

Acostumbrados como estamos a que se tome partido o, en su defecto, a que te lo atribuyan, es complicado mantener una independencia que sólo quiere estar sometida al sentido común y la propia conciencia, incluso a riesgo de equivocarse continuamente. Pues bien, yo trazo mi intención de ser independiente, que no quiere decir ser neutral, equidistante y aséptico sino no verse sometido a una posición condicionada por una ideología.

Es evidente, ya lo he escrito otras veces, que lo fácil es adscribirse, asumir las posiciones de esa ideología o la aún más cerrada de un partido concreto, que es lo que en general hacen los militantes. Así no se necesitan filtros y uno se siente respaldado por otros miles de afiliados que comparten esa línea, da igual que se produzca en la derecha o en la izquierda. Esa comodidad, desde luego, se paga con concesiones a la independencia y la autonomía propias hasta el punto que viramos nuestras opiniones hasta ajustarlas con las provenientes del partido o la ortodoxia ideológica escogida.

Luego están aquellos que admiten una tendencia ideológica o una simpatía política sin adscripción. Estos, en la mayoría de los casos, se guardan un margen de crítica y discrepancia. No renuncian del todo a su capacidad de cuestionar las cosas y señalar errores aunque, en todo caso, mantengan esa afinidad. Me parece genial, tan respetable como la opción anterior pero, a mi juicio, más valiosa.

Otros pretendemos llevar la crítica al campo más independiente, tratando de ampliar más la distancia ideológica sometiendo todo al sentido común. Claro que el sentido común no es un canon establecido y difícilmente se desprende de una formación, una manera de vivir y entender la vida, y eso hace difícil alcanzar la objetividad real. Pero aún así uno debe intentar no ser condicionado y mantener la misma opinión independientemente de que te afecte o no.

Aquí ya se me termina acusando de todo, y no hablo de necedades que ni me molestaría en rebatir del orden de las última vertidas. Te colocan la etiqueta de pepero o antipepero con la esperanza de desactivarte por un lado y otro. Quienes me conocen de verdad, los que me tratan a diario, saben que soy poco amigo de contradicciones, que pienso bastante lo que escribo aunque a veces no esté acertado, que argumento y motifvo mi opinión y que no pretendo convencer a nadie porque no tengo afán proselitista y sólo me mueve decir lo que yo pienso porque no me veo sentando cátedra en nada.

Pero reconozco que la independencia es un camino tortuoso porque cuando haces públicas tus opiniones personales, sin obligación de que nadie las lea, puedes quedar a expensas de que te den de un lado y otro, y ahora más, en vísperas de elecciones. Yo noy militante ni nunca lo he sido, tuve un carnet de la OJE cuando tenía 12 años y carecía de ideología alguna, uno juvenil del Daimiel C.F. de los años setenta, un carnet de socio del CTE Lazarillo de Manzanares, un carnet de docente de la JCCM, uno de moto que me saqué a los 16 años y mis carnets de identidad y de conducir. Y sí, tengo amigos, buenos amigos, y compañeros de trabajo, buenos compañeros de trabajo, de todo tipo de ideas políticas, sin que eso tenga el menor impacto negativo en nuestra relación porque no nos ocupamos de agrupar en buenos y malos en función de ideologías y nos aceptamos tal como somos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario