domingo, 11 de septiembre de 2011

UN ESFUERZO SUPERIOR (Página nº 241)

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Cuando repasamos las cifras de turistas, de visitantes, a Daimiel, queda en evidencia que dependemos significativamente del estado del Parque Nacional de Las Tablas. No por sabido, sin embargo, hemos tenido globalmente un trato adecuado con este especio a través de las administraciones y, si me apuran, durante mucho tiempo los propios daimieleños han vivido bastante de espaldas a ese espacio natural y sin entender no sólo el valor excepcional de ese lugar en el aspecto medioambiental sino su valor real como atractivo para visitantes capaces de desplazarse cientos de kilómetros para pernoctar en nuestra localidad y rendir visita al humedal.
En realidad, salvo algunas escasas iniciativas privadas, unas más afortunadas que otras, aún estamos en pañales, superados por las oleadas de los dos últimos años de excepcionalidad del parque, y casi no comprendiendo que lleva a cientos de miles de personas a acercarse a un lugar que los de aquí hemos ignorado reiteradamente.

A lo largo de mi vida he escuchado a mucha gente de aquí hablar despectivamente de Las Tablas, que si eran cuatro charcas, que si sólo criaba mosquitos, que no sé que había visto la gente en ese sitio si no había más de cuatro bichos, y ya más cerca en el tiempo que si eso ya era un lago artificial, que no merecía gastarse dinero pudiéndose gastar en otras cosas más útiles, etc... Hasta el punto de que la primera vez que me acerqué, a principios de los ochenta, iba con la consistente idea de encontrarme con algo sobredimensionado y de escaso valor. Y eso que, por vivir yo en los Hotelitos, recordaba como, de chaval, en los setenta, paraban coches por allí, entomces travesía de la carretera nacional, preguntando por Las Tablas, la mayoría procedentes, por la matrícula, de Barcelona o el País Vasco, lo que me sorprendía mucho pensando que alguien cruzara la península para acercarse a un lugar que ni los propios de aquí daban valor.

Puede que un día entendamos que nuestro turismo, a falta de grandes alicientes de tipo constructivo y artístico, depende de la recuperación del acuífero, de las riberas, de la situación óptima del parque nacional y de la recuperación de espacios como los Ojos del Guadiana, que seguro atraerían centenares de miles de curiosos que sólo han oido hablar de ellos como un irresoluble expediente equis convertido en páramo seco. Incluso un lugar como Navaseca, con un tratamiento adecuado e las aguas y una mínima adecuación de los accesos concitaría un atractivo a sumar para acercarse a Daimiel.

Es paradójico que durante décadas nos hayamos ido cargando un patrimonio natural que ahora queda bien a las claras que constituye el principal atractivo para que nos visiten y vivan Daimiel. En el castigo llevamos la penitencia. Pero aún hay tiempo de rectificar y necesitamos políticas más comprometidas y audaces paraconseguirlo, que quizá, eso sí, ya sea mucho pedir.

La foto corresponde a una obra de mi sobrina Marta, de 13 años, sobre Las Tablas de Daimiel, y que participó con ella en el último certamende pintura rápida de Daimiel.

1 comentario:

  1. Parece que entre lo que suelta Vallehermoso y lo que pronto empezará a soltar Peñarroya, como ayude mínimamente el otoño e invierno con unas lluvias normales, seguiremos viendo las Tablas inundadas y los Ojos del Guadiana capaces de brotar. A ver quien pensaba que esto podía darse hace apenas tres años.

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