lunes, 11 de julio de 2011

NO SABEMOS VIVIR MÁS MODESTAMENTE (Página nº 50)

Supongo que cuando se ha probado lo exquisito cuesta mucho más amoldarse a lo corriente y la crisis, la famosa crisis, esa que nos ha ido arrebatando a la mayoría nuestro tren de vida particular nos ha abocado, de nuevo, a la modestia sin que terminemos de encajar bien esa mengua.

Eso mismo ha sucedido a los ayuntamientos y al resto de administraciones, con el agravante de que sólo la imperiosa falta de ingresos ha forzado a última hora a dejar de gastar como ricos y, en consecuencia, en ese quiero y no puedo previo acumular deudas importantisimas.

Puede parecer una simplicidad pero, como en las familias prósperas, han dado en gastar a lo grande, creyendo que la opulencia no tendría límite y haciéndonos creer lo que no eramos. Por eso se han multiplicado los servicios, ofertados muchos de los que ni le correspondían a los ayuntamientos, no siempre imprescindibles pero sí, en todo momento, gravosos; se han multiplicado los trabajadores públicos; se ha llenado todo de infraestructuras costosas y cuestionables; se ha permitido crecer desmesuradamente los pueblos y ciudades con alarde de rotondas, luminarias y dotaciones varias; se ha jugado con el dinero entrante y por entrar, en ese cuento de la lechera tan habitual en política; se ha jugado al endeudamiento sin prestar atención real a sus consecuencias. Y la verdad es que la mayoría de ciudadanos se encontraba muy a gusto con tanta promoción, servicios y regalías, sin preocuparse demasiado de la provisión.

Ahora toca apretarse el cinturón, replantearse las cosas, pero casi nadie está dispuesto a ceder "derechos" adquiridos, ni con el agua al cuello, y los ayuntamientos aún brujuléan la manera de mantener todo tipo de servicios para que nadie les acuse de arrebatar cosas y soportar la pérdida de apoyos. Y en ese caso, seguro, la deuda terminará aumentando de nuevo.

No gusta decirlo pero hay servicios sociales que sólo se mantendrían adecuadamente si se ajustasen los requisitos a los beneficiarios y no fueran pasto de lo indiscriminado. Serían incluso mejores si atendiesen, en verdad, a quienes lo requieren más y tuvieran en cuenta las percepciones de cada caso particular a la hora de fijar la parte que deberían abonar cada cual o la exención de cualquier pago. E igual sucede con todos aquellos servicios que son, y siempre han sido, deficitarios para el ayuntamiento y que, en algunos casos, con la situación actual se vuelven insostenibles. Y los ciudadanos, como las administraciones, tienen que volver a vivir y gestionar más modestamente, sin jactancias ni presuntuosidades, primando los servicios imprescindibles y favoreciendo a las economías más precarias pero sabiendo que ya no hay dinero para mantener ese tren de gastos inasumible. Toca ahorrar, no queda otra, y eso obliga a renuncias temporales que hay que estar dispuestos a realizar, y la verdad, no creo que esa sea la actitud general de los ciudadanos, sólo obligados por la necesidad, ni de las administraciones, que esbozan buenos deseos pero sucumben a la inercia de mantenerlo todo por no menoscabar servicios aunque, con ello, sólo consigan hacer más duro el problema y más larga la recuperación.



1 comentario:

  1. Frase del día

    No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.

    Lucio Anneo Séneca 2 AC-65. Filósofo latino.

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