SUELDOS (Página nº 13)

Todo sería tan fácil como que quedaran fijados los sueldos del alcalde y los posibles liberados en función de la población, una escala universal prefijada que no diera lugar a engaño ni sometiera al criterio de los interesados la fijación de la cuantía a cobrar. Tan sencillo y, sin embargo, tan complicado como para que en más de tres décadas nadie le haya puesto el cascabel al gato.

No me vale que se especifique lo de cobrar un euro más que el funcionaro mejor pagado pues es sistema sometido a la trampa y recuerdo, a bote pronto, a un alcalde de Mijas que justificaba así su sueldo de ciento y pico mil euros cuando él mismo era el responsable del curioso aumento de sueldo del funcionario de referencia.

No me vale, tampoco, que se pueda establecer en función de lo que cada uno ganaría en su actividad profesional porque eso implicaría que alcaldes de un mismo municipio, por la misma labor y con idéntica responsabilidad, cobraran sueldos muy dispares y sólo porque proceden de trabajos con diferente consideración económica.

Una tabla prestablecida, insisto, conocida previamente y que tomase en cuenta las variables de población o presupuesto, aunque mucho mejor lo primero, cortaría de raiz todos esos debates que se generan por la disparidad surgida al comparar los sueldos de distintos ediles de localidades similares.

En cuanto a los sueldos fijados para el alcalde daimieleño y sus dos ediles liberados, por aterrizar, debo decir que no me han satisfecho las explicaciones de la portavoz popular, y no porque crea que van a ganar mucho más que en sus labores profesionales originarias, y más cuando la responsabilidad y horario también son mucho mayores ahora, sino porque optan por ese criterio discutible que obligaría a aceptar que un alcalde que declarase ingresos superiores a los 100.000 euros en su oficio podría justificar tal sueldo en su función municipal.

Pero tampoco me ha parecido aceptable la intervención de la portavoz socialista queriendo vender la falsedad de que los liberados socialistas ganaban menos pues, como ya escribí en varias páginas del Diario Improbable, aquellos sueldos no contenían otras percepciones relativas a la antigüedad y eso suponía que, contabilizadoas estas, rebasasen en algunos miles a los fijados hoy. Que en eso ha sido un Pleno de matemática tramposa.

En cuanto a la intervención de Galo creo que tampoco ha estado muy acertado al minusvalorar el papel de los gestores. Uno debe ganar lo que debe ganar cuando va a dedicarse a tiempo completo y se supone que se es consciente de lo que eso representa en detrimento de otras actividades personales y la responsabilidad que contraen, pero ni su defensa de los funcionarios, que no toman las decisiones, ni su apoyo al concepto de ganar un euro más que el funcionario de mayor sueldo me parecen plausibles. Eso sí, comparto que no deberían ser ellos los que se fijasen el sueldo y, además, he de reconocer que ha desmontado bien esa otra idea de igualar sueldo profesional de los ediles liberados con el de su labor municipal.

¿Y por qué más de tres décadas para fijar una tabla universal de retribuciones a alcaldes y concejales, o de un criterio similar para establecer número de liberados? No les interesa a los propios políticos porque así pueden fijarse los sueldos que les apetezca, superar en muchos miles a los de presidentes de gobierno o comunidades autónomas y jugar con el dinero público apelando a mil justificaciones realmente poco justificadas.